Bogotá busca recuperar el espacio público: entre mafias, ventas informales y una apuesta por la innovación social

En Bogotá, el espacio público se ha convertido en escenario de disputa. No solo se trata de quién lo habita, sino de cómo se habita. A diario, más de 113 millones de viajes a pie se registran en la ciudad, según la Encuesta de Movilidad 2023. De estos, más de 1,7 millones duran menos de 15 minutos, lo que evidencia la importancia de contar con tramos peatonales transitables, seguros y funcionales. Sin embargo, la realidad muestra otra cara.    

   

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La ocupación informal de calles y andenes, muchas veces justificada como un ejercicio del derecho ciudadano, ha generado problemáticas como acumulación de basuras, fallas de movilidad, consumo de drogas y, en algunos casos, inseguridad. 

Detrás de esta aparente espontaneidad, operan estructuras más complejas. “La pregunta es: ¿quiénes están realmente detrás de esas personas vulnerables?”, reflexiona Lucía Bastidas, directora del Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DADEP).

En sectores como la carrera séptima, se han identificado mafias del espacio público que cobran cuotas mensuales a los vendedores informales a cambio de permitirles permanecer en un tramo determinado. Estas redes de extorsión no solo afectan a los vendedores, sino también a los funcionarios públicos. 

“Muchos vendedores denuncian cobros por el uso del espacio público, y nuestros gestores han sido amenazados por estas mafias”, advierte Bastidas.

A pesar del caos, hay estructura. Bogotá cuenta con más de 164 mil tramos peatonales, de los cuales un 84 % tiene infraestructura moderadamente buena. Pero la saturación de estos corredores exige nuevas estrategias. Por eso, desde el DADEP se insiste en la necesidad de reorganizar y dignificar la venta informal. 

“Organización. Aquí la clave es la organización. Queremos vendedores informales organizados. Nuestro objetivo son los vulnerables, no quienes se aprovechan de ellos”, afirma Bastidas.

Una de las líneas más delicadas de trabajo tiene que ver con franquicias informales que explotan a personas en condición de vulnerabilidad. En una investigación liderada por el DADEP, se identificó el caso de una mujer que trabajaba de 6:00 p.m. a 1:00 a.m. vendiendo perros calientes en un carro alquilado. Por cada turno, recibía 25.000 pesos. 

“Esa infraestructura y esa logística no son improvisadas. Existe una estructura que se aprovecha de las personas vulnerables”, denuncia Bastidas.

Para enfrentar esta realidad, el enfoque es interinstitucional. El DADEP trabaja en conjunto con el IPES, encargado de caracterizar a los vendedores informales, así como con las secretarías de Seguridad, Gobierno y Desarrollo Económico. Se busca construir lo que han llamado un espacio público inteligente, basado en innovación social, digitalización ambiental, inclusión comunitaria y accesibilidad.    

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En definitiva, Bogotá no sólo necesita más metros cuadrados de espacio público; necesita que estos sean seguros, justos y humanos. Y eso implica mirar más allá de quien ocupa la calle, para entender las redes invisibles que condicionan su uso.  

🎙️ “El espacio público es democracia: es donde cabemos todos, donde caminamos tranquilos y nos desplazamos con dignidad. Hoy esa democracia está siendo afectada por quienes lo invaden y lo privatizan”.

📺 Directora @luciabastidasu en #HablemosBogotá de @CanalCapital pic.twitter.com/6t70QuCPOt

— Defensoría del Espacio Público (@DadepBogota) June 16, 2025

Uno de los principales frentes de acción para recuperar el espacio público en Bogotá se centra en los bajo puentes, estructuras que ahora se transforman en puntos de encuentro comunitario. 

Para el 6 de agosto, como un regalo planeado para el cumpleaños de Bogotá, se espera la entrega del nuevo espacio ubicado en Galerías, que incluirá baños públicos, dos locales comerciales, un centro multipropósito y un gimnasio. “La idea es demostrar que sí es posible recuperar zonas clave de la ciudad para el beneficio de todos”, asegura Lucía Bastidas.

El proyecto de Galerías se suma a otros cinco bajo puentes que ya están en marcha: Quebrada Las Delicias (con enfoque en educación ambiental), Autopista Sur con Avenida Villavicencio (con canchas multipropósito), la 63 con Boyacá, y la 45 con 30, este último ya existente pero actualmente en proceso de mejoramiento.

Una Bogotá pensada también para las mujeres

Además de recuperar el espacio público, el Distrito hace un llamado a la corresponsabilidad ciudadana y a fomentar una cultura del cuidado. Infraestructuras nuevas, como los bajo puentes, están siendo adaptadas para el uso comunitario, incluyendo zonas habilitadas para ventas informales. También se están instalando baños públicos para quienes transitan o trabajan en estas zonas. 

El objetivo es que, en los casos en que haya un cobro por el uso de estos espacios con infraestructura provista por el Distrito, estos pagos sean regulados, legales y transparentes. “No se trata de prohibir estas actividades, sino de evitar que sean las mafias las que impongan estos pagos”, afirma Lucía Bastidas.

Por otro lado, la perspectiva de género es clave en la planeación de estos espacios. Desde el DADEP, en articulación con la Secretaría de la Mujer, se están priorizando intervenciones en puntos críticos para mejorar la seguridad, la conectividad peatonal, la iluminación y la presencia de entornos amigables con las mujeres. 

“Nos reunimos con el Consejo Distrital Consultivo de Mujeres para entender sus necesidades. Vamos a iniciar intervenciones en espacios públicos identificados por ellas, empezando por Suba y el Parque La Valvanera, en Antonio Nariño”, explicó Lucía Bastidas. 

Entre las solicitudes están la instalación de salas de lactancia, como la que ya se proyecta para el espacio público en Hayuelos. 

“Seguimos trabajando este tema del espacio público desde un enfoque humano, de la mano de la Secretaría de la Mujer”, concluyó Bastidas.

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Pensar en el futuro del espacio público en Bogotá implica poner en el centro a las personas; a los vendedores informales que buscan ganarse la vida con dignidad, a las mujeres que merecen transitar por entornos seguros y accesibles, y a toda la ciudadanía, llamada a asumir una cultura del cuidado. Estos espacios, que nos pertenecen a todos, solo podrán cumplir su función social si se habitan con respeto, se gestionan con justicia y se protegen con responsabilidad colectiva.    

*Foto: DADEP