Bogotá activará un mecanismo para proteger predios de valor ambiental en la Reserva Van der Hammen
En el interior de los Cerros Orientales, protegida y conectada con la imponencia de estas formaciones rocosas, sorteando la expansión urbana, entremezclándose entre edificios y casas y avenidas y todo tipo de estructuras urbanas, existe un pulmón que reverdece la ciudad: la Reserva Thomas Van der Hammen.
Declarada como Reserva Forestal Regional por la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) en 2011, en las últimas horas la Alcaldía local anunció que Bogotá se convertirá en la primera ciudad de Colombia en poner en marcha un mecanismo para la protección de predios con valor ambiental en el lugar.
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¿Cómo se protege la Van der Hammen?
La estrategia planteada por el Distrito, titulada ‘Transferencia de Derechos de Construcción y Desarrollo’ contempla que las personas puedan cambiar su predio de la Reserva Van der Hammen por unos certificados con el fin de preservar esas zonas especiales alrededor de los ecosistemas.
“Con esto damos un paso fundamental en la estructura ecológica de la ciudad y su consolidación. Además, ponemos en práctica un mecanismo innovador. La idea es que los predios que están en manos de privados sean entregados de manera voluntaria”, indicó el alcalde Carlos Fernando Galán en rueda de prensa.
La idea es que las personas cambien su predio cercano a la Reserva por un certificado teniendo en cuenta el avalúo de la propiedad entregada. Esto podrá ser válido para un proyecto de construcción en otra zona de la ciudad.
Galán señaló que las distintas licencias para las construcciones viales, como la ALO Norte, están contempladas en el Plan de Ordenamiento Territorial y por lo tanto hacen parte de la configuración de esta geografía urbana. Pero toda decisión sobre la Reserva pasa por el aval, o no, de la Corporación Autónoma de Cundinamarca.
“La destinación de predios depende del POT. Hoy vamos a avanzar en el cumplimiento del POT, parte del esfuerzo es que esos predios, que tienen una protección especial, avancen en su restauración. Tenemos obstáculos para invertir en eso porque son predios privados”, señaló Galán.
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La intención, entonces, es que esos predios de interés se vuelvan públicos y con ellos hacerlos parte de las distintas estrategias de preservación de la Reserva y todos los cuerpos naturales y ecológicos que la componen a lo largo y ancho de la zona noroccidental de la ciudad.
Protegemos las zonas de alto valor ambiental con acciones en pro de #BogotáMiCiudadMiCasa.
Hoy ponemos en marcha un mecanismo innovador para cuidar los predios de la reserva Thomas van der Hammen: la transferencia de derechos de construcción. ¿De qué se trata? pic.twitter.com/YeI0qV8w5Y— Alcaldía de Bogotá (@Bogota) September 11, 2024
El pulmón de Bogotá: protección, biodiversidad y controversias
La Reserva Thomas Van der Hammen debe su nombre a un científico colombo-holandés que investigó la zona a profundidad y reconoció los ecosistemas, la fauna, la flora y la biodiversidad de este gran espacio que fue declarado reserva en 2011, un año después del último adiós de este ‘trotamundos’ que vivió entre Europa y nuestro país.
Según cifras oficiales, la Reserva Van der Hammen tiene una extensión de 1.395 hectáreas y se ubica en gran parte de la localidad de Suba y también en Usaquén. Destaca por ser el hogar de al menos once especies de mamíferos, más de veinte tipos de mariposas, múltiples aves y alrededor de 200 plantas de alto valor ecológico.
Este pulmón capitalino limita con otros espacios rurales igual de importantes: hace parte de los Humedales de La Conejera y Torca—Guaymaral, llegando incluso hasta el límite del Río Bogotá. Además, conecta con el Bosque Las Mercedes, el Bosque Las Lechuzas y el Parque Ecológico Distrital de Montaña Cerro La Conejera.
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La declaratoria de la CAR, en la que se le endilgó el título de Reserva a este espacio, tuvo un punto en particular por el cual se han desatado distintos conflictos a lo largo de los años: la Van der Hammen resaltó por ser una barrera ante los procesos de conurbanización.
Es decir, un espacio en el que no se puede construir.
Un límite entre lo urbano y lo rural.
Fue por ello que, en 2016, cinco años después de la declaratoria, distintos grupos ambientalistas alzaron su voz contra una propuesta de urbanización en el lugar. El proyecto pretendía una extensión de viviendas que, según estimaciones de expertas y expertos en su momento, afectaría los ecosistemas de la Van der Hammen.
Enrique Peñalosa, alcalde en ese momento, dio a conocer el proyecto ‘Ciudad Paz’, con el cual se pretendía llevar a cabo este tipo de construcciones en el lugar. Él argumentó que en los alrededores de la Reserva no había un uso adecuado del suelo teniendo en cuenta que había cementerios, colegios y otras edificaciones urbanas sin ningún tipo de propósito sostenible.
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De todas formas, la discusión se convirtió en un ‘toma y dame’ de largo aliento, sobre todo con la CAR, entidad que puso la lupa con toda la precisión posible en el proyecto con el fin de reconocer las verdaderas ventajas —o en su defecto, las múltiples vulnerabilidades— de ‘Ciudad Paz’.
El llamado de atención respecto a las dificultades que podrían presentarse en la Van der Hammen funcionó: en 2018, el equipo de Peñalosa cambió la propuesta —por no decir que se le dio un ‘reversazo’ casi total— y esta vez se planteó un proyecto de aumento de las hectáreas protegidas: según se indicó en su momento, pasarían de ser 1.395 a 1.710.
La ALO Norte: el nuevo punto de discordia
Ahora bien, los choques por la urbanización en cercanías de la Reserva le siguieron a la administración de Claudia López y a la reciente de Carlos Fernando Galán.
El proyecto principal que pasó casi todos los filtros —pero todavía sigue en discusión antes de ejecutarse de manera formal— es la Avenida Longitudinal de Occidente, conocida como la ALO Norte. Esta se trataría de una vía, de alrededor de 50 kilómetros, que conectaría el noroccidente de la ciudad con las obras ya existentes de la ALO Sur.
Dentro de Bogotá, la vía se conectaría con los límites entre Engativá y Suba, situación que ha preocupado a las y los ambientalistas porque pasaría muy cerca de la Reserva Van der Hammen y podría afectar la dinámica ecosistémica.
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De hecho, el principal foco de discusión es lo que podría ocurrir en los humedales La Conejera y Juan Amarillo, de la localidad de Suba.
Las polémicas siguen, pero, de todas formas, la protección del pulmón de Bogotá sigue vigente: el pasado 2 de septiembre, la CAR comenzó proceso sancionatorio contra tres empresas productoras de flores por la expansión de sus cultivos dentro de espacios protegidos de la Van der Hammen. En primera medida, se dictaminó la suspensión temporal de actividades.
“El área de expansión de los cultivos de flores alcanzó las 12.39 hectáreas dentro de las que se encuentran la zona de Uso Múltiple, zona de Preservación y zona de Restauración de la reserva forestal protectora más importante del norte de Bogotá”, precisó la entidad en un comunicado.
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El 2025 iniciaría con una medida mucho más estricta en cuanto al racionamiento de agua en Bogotá.
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