Las revelaciones de Íngrid Betancourt en Opina Bogotá
Mié, 31/10/2018 - 13:37
Íngrid Betancourt, quien permaneció más de seis años secuestrada por la guerrilla de las Farc, revivió en Opina Bogotá detalles de esta experiencia a propósito de que recientemente declaró ante la JEP.
En la entrevista detalló lo que piensa del proceso de paz, del presidente Iván Duque y de Clara Rojas. Asimismo relató momentos de su cautiverio, las secuelas que le dejó y las aspiraciones que tiene en Colombia.
A continuación la entrevista completa:
Han pasado dieciséis años desde que la candidata presidencial Ingrid Betancourt fue secuestrada por parte de las Farc y diez años de su regreso a la libertad tras la Operación Jaque.
En los últimos días Íngrid ha conmovido el país con o detalles de lo que fue su secuestro, fueron en total 2.321 días, seis años, cuatro meses y nueve días exactamente y ha dicho que no puede reconciliarse con las Farc y que su secuestro fue un descenso al infierno.
Yesid Lancheros: Iniciemos con la coyuntura colombiana. En estos momentos avanza a pasos muy lentos lo que es la puesta en marcha de los acuerdos entre el Gobierno y las Farc y hay alguna preocupación por que lo que tiene que ver con la verdad, la justicia y la reparación que avanza a pasos no muy significativos. ¿Usted qué lectura hace de lo que está aconteciendo en Colombia con este acuerdo?
Ingrid Betancourt: Lo que yo diría es que este es un proceso delicado que incluye a miles de colombianos y que por lo tanto acceder a la verdad sobre cada caso va a tomar tiempo y vamos a tener que aprender a ser pacientes.
Pero, a pesar de lo que fue mi experiencia personal en manos de las Farc, siempre he estado apoyando el proceso de paz porque creo que es una oportunidad que tenemos en la historia de dejar el pasado, salir de la maldición de la guerra y rescribir un futuro donde los jóvenes de hoy no tengan que sufrir lo que a nosotros nos tocó vivir. En ese sentido lo que hay que recoger es que se está avanzando, lentamente, pero se está avanzando.
Hay preocupación por las disidencias de las Farc. Varios exguerrilleros decidieron seguir en la criminalidad y algunos de ellos están vinculados con el narcotráfico ¿Qué opina sobre el tema de las disidencias?
Ingrid Betancourt: Es un riesgo grave para las Farc. Obviamente eso puede deslegitimar la credibilidad del proceso. Aquí lo que se está presentando es una división franca de aquellos que quieren contribuir a la paz y a la política, a la construcción de una nueva sociedad para los colombianos, y aquellos que, de frente, se autodefinen como narcotraficantes, secuestradores y terroristas.
Yo creo que ante esa realidad lo único que puede caber es el peso de la ley y ese es el reto que tenemos los colombianos, hacer que el proceso de paz se dé dentro de un marco de justicia y generosidad para con la paz en Colombia, pero para los que se devuelven al crimen creo que el peso de la ley y el enfrentamiento con las fuerzas del orden en Colombia tiene que ser sin cuartel.
Yesid Lancheros: En ese sentido, Íngrid, muchas personas dicen que se ha puesto fin, se ha logrado desmovilizar a la guerrilla de las Farc, pero continua el conflicto con el Eln, con las bandas criminales ¿Usted cree que en Colombia habrá un día en que podamos estar en paz?
Ingrid Betancourt: Sí, yo creo que podemos estar en paz, pero es una decisión que conlleva una evolución y que requiere entender que la cultura colombiana está nutrida de una serie de realidades, entre las cuales está la corrupción, el narcotráfico, la violencia cultural, la violencia también familiar y social. Si nosotros queremos realmente vivir en paz, necesitamos la confianza, la esperanza, una justicia que oiga las víctimas, una que investigue y aclare lo que fueron los sucesos y el drama de cada cual; una justicia que condene cuando haya que condenar a quien sea, generosa cuando tenga al frente arrepentimiento y haya una actitud constructiva para Colombia.
Yo creo que, si nosotros unimos justicia y verdad, tenemos una posibilidad grande de ir retomando los espacios de la paz.
Yesid Lancheros: En ese sentido, Íngrid, usted ha sido muy honesta y muy clara y muy contundente al señalar que no es fácil perdonar, que no hay manera a través de la cual usted se puede reconciliarse con las Farc luego de ese secuestro tan cruel y tan despiadado del que usted fue víctima. ¿Es difícil perdonar?
Íngrid: Sí, es difícil perdonar. El camino que yo he recorrido es un camino de perdón individual, perdón hacia las personas concretamente que me hicieron daño, pero los actos, muchas veces sádicos y perversos de los cuales fuimos víctimas, no solamente yo, sino mis compañeros, considero no pueden perdonarse.
En ese sentido, estoy íntimamente convencida de la necesidad de finalmente entregarlos a la justicia para que esos actos sean valorados y sean juzgados, y en últimas, independientemente de lo que consideró la justicia y en este caso la JEP, que es la jurisdicción encargada de estos casos, yo creo que realmente Dios es el único que puede reconciliarnos con estas acciones que son humanamente inaceptables, intolerables, que son indignas del ser humano.
Yesid Lancheros: En ese relato que usted le dio a la Jurisdicción Especial para la Paz dice que una de sus obsesiones, en medio del secuestro, era escaparse. ¿Cómo fueron esos intentos de fuga? ¿Cómo era el escenario para una posible fuga? ¿Qué venía después cuando todos estos intentos se frustraban?
Íngrid Betancourt: Bueno, una fuga se prepara con mucho cuidado porque eran muchos los condicionantes. Había que tener algún tipo de provisiones para comer durante la fuga, se necesitaban implementos; por ejemplo, si uno iba a meterse en el río, era importante tener flotadores, los cuales hacíamos con frascos de aceite vacíos; se necesitaban zapatos adecuados, había que amarrarlos de manera que se pueda caminar en la selva. Entonces era una cantidad de detalles, pero más allá de estar preparado físicamente, era importante la parte psicológica, que era muy difícil porque es claro que al momento de una fuga uno está paralizado por el miedo de que lo vayan a agarrar, a matar o de morirse en la fuga, porque la selva es peligrosa y tocó aprender a actuar haciendo de lado el miedo, pero la verdad es que lo más duro de todo ese proceso y, para mí desgraciadamente, fue constantemente fue el hecho la recaptura. El único que lo logró fue Jhon Frank Pinchao, un héroe en esta historia porque tuvo la valentía de escapar y mantenerse 17 días sin comer en esa angustia buscando la salida.
Luego de la recaptura llegaba la depresión por el fracaso y la confrontación, aún con más crueldad, aún con más sadismo y perversidad, y ese sentimiento de estar frente a un enemigo del que uno logró soltarse de las garras por unos días; lo odiaban a uno más y querían cobrárselo con mucha violencia.
Yesid Lancheros: ¿Hay algún intento de fuga que usted recuerde y que haya tenido éxito?
Íngrid Betancourt: Sí, yo diría que varios. En un intento estuvimos muy cerca de llegar a un caserío. Allí habríamos tenido la posibilidad de tener algún tipo de comunicación para que vinieran a rescatarnos. Pero son especulaciones, no se dio, la frustración fue inmensa. La gran liberación, a la cual le debemos el hecho de estar hablando con ustedes, fue la Operación Jaque. Y es a ellos, los soldados que arriesgaron la vida por nosotros, a los que hay que hacerles un reconocimiento.
Yesid Lancheros: ¿Qué recuerda de la Operación Jaque, diez años después de este operativo que permitió su regreso a la libertad?
Íngrid Betancourt: Recuerdo todo, intensamente, son memorias que le quedan a uno grabadas al rojo vivo en el cerebro. Recuerdo cuando bajé del helicóptero y cómo nos sentíamos amedrentados por tener a cientos de guerrilleros armados alrededor de la zona donde aterrizó el helicóptero. Recuerdo cuando descendió del avión el grupo que fingió ser gente cercana a la guerrilla, que los engañó y que nos engañó a nosotros también, porque nosotros como secuestrados estábamos convencidos de que ellos eran cercanos a la guerrilla, razón por la cual ninguno quería subirse en el helicóptero.
Nos amarran las manos para subirnos al helicóptero y obviamente todos teníamos esa sensación de que nos iban a llevar más adentro de la selva, entonces había sentimiento de rabia, de frustración, de miedo, de angustia.
También me acuerdo cómo todos los compañeros nos cogimos de las manos para darnos valentía y subir a ese helicóptero donde ya estaban los puestos de cada cual señalados. Nos sentamos, entran los dos jefes de la guerrilla, César y Gafas, toma altura el helicóptero y hay una trifulca dentro. Yo creo que todos estábamos tan condicionados a ser víctimas de la guerrilla que no podíamos siquiera concebir que los que estaba sucediendo era una liberación de la cual nos íbamos a beneficiar. Solo nos dimos cuenta de lo que estaba pasando hasta cuando desarmaron, amarraron y desvistieron a los dos comandantes, y el jefe de la Operación Jaque gritó: somos el Ejército de Colombia, están libres.
Cuando yo narro esto que les estoy relatando, el corazón se me acelera y vuelvo a pensar en que, de un momento para otro, se había revertido el destino y el miedo. Ahora había miedo de recobrar la vida, a no saber qué íbamos a encontrar, cómo íbamos a encontrar a las familias, qué iba a ser de nuestra libertad. Era como comenzar delante de un abismo, de un enorme vacío, y tener ganas de tirarse a este.
Yesid Lancheros: Recordamos esas imágenes suyas, Íngrid, usted en el helicóptero, llorando de alegría, de felicidad, y quisiera preguntarle: ¿Durante su cautiverio perdió la fe? ¿Usted alcanzó a imaginarse no libre, muerta en medio de este difícil secuestro?
Íngrid Betancourt: Yo me alcancé a imaginar muerta, pero nunca perdí la fe. Sé que esto puede sonar contradictorio, pero me daba miedo enfermar. Hay que decir que habíamos tenido compañeros que las Farc habían dejado morir, como por ejemplo, el capitán Guevara, a él lo hubieran podido atender y lo dejaron morir. Para nosotros estar enfermos en la selva era muy angustiante, porque muchas veces los comandantes decidían no darnos los medicamentos o demorarlos para producir en nosotros mayor dolor.
Yesid Lancheros: Usted ha dicho también que dentro de las Farc había una política clara en contra de la mujer, quiero preguntarle: ¿Qué pasaba con las mujeres de las Farc? ¿Qué pasaba con las guerrilleras en los campamentos? ¿Cómo reaccionaban ellas ante los maltratos que cometían los guerrilleros hacia usted?
Íngrid Betancourt: Ellas eran solidarias conmigo, pero también hay que entender que la mujer guerrillera traía un bagaje de vida muy complicado. Eran niñas abusadas, que en su mayoría habían sufrido violencia doméstica, que habían sido violadas por sus familiares. Por eso, para muchas de ellas estar en la guerrilla y tener un fusil era mejor a la que habían vivido.
Yesid Lancheros: Íngrid, dieciséis años después de su secuestro, diez años luego de su liberación ¿qué cree que ha podido superar y qué cree que no ha podido superar?
Íngrid Betancourt: He podido superar el dolor, olvidarme de él, aprender a ser feliz, a disfrutar cada instante, a agradecerle a la vida por todo lo que me ha dado. Pero hay cosas que están ahí, por ejemplo, tengo problemas de salud, reacciono ante cosas inesperadas que tienen relación con la selva. Cuando cortan el césped, ese olor de la hierba cortada para mí es un shock muy fuerte y me transporta a los campamentos, siempre me pasa, y no me he podido liberarme de eso. Además, cuando escucho un helicóptero inmediatamente siento esa angustia visceral.
Yesid Lancheros: ¿Cómo son sus días, Íngrid? ¿Cómo es su rutina diaria? ¿Ha logrado rehacer su vida personal?
Íngrid Betancourt: El tiempo perdido no se recupera, pero vivo intensamente el tiempo que me han regalado. Viajo mucho, eso es parte de mi trabajo y me gusta viajar, pero mis días, cuando no estoy viajando, son muy agradables, muy libres: tengo la posibilidad de ver gente que quiero, leo mucho, me divierto, hago deporte, tengo una gran felicidad al estar en contacto con los animales, con la naturaleza, aunque debo confesar que me gusta más la naturaleza donde hay construcción urbana, necesito los espacios donde me puedo ir a humanizar. También debo confesar que llevo 10 años separada de Colombia y me duele, es algo que está ahí.
Yesid Lancheros: ¿Piensa volver algún día a Colombia? ¿A hacer política? ¿Dictar clase en alguna universidad del país?
Íngrid Betancourt: Para mí fue muy duro cómo reaccionó Colombia con las reparaciones, era algo sobre lo cual todas las víctimas del terrorismo, y en particular los secuestrados, teníamos derecho. Esto fue un tiro al blanco en mi contra, me sentí tan incomprendida, tan calumniada, es decir, sentí que la opinión pública no había entendido el drama nuestro. Por eso siento la importancia de que se haga justicia, porque considero que no hay verdad, no hay seguridad, no hay confianza, es decir, yo necesito volver a crear lazos de confianza con el país.
Si voy a Colombia, independientemente de nuestras diferencias ideológicas, de que no compartamos la manera de analizar el país, de que podamos estar en roles diferentes, de que podamos hablarnos, de que podamos discutir nuestras diferencias, de que eso no signifique odio, señalar al otro, tratar de despedazarlo, que fue como me sentí cuando sucedió todo esto. La verdad va a ayudar a que yo vuelva a tener esa relación de seguridad con Colombia, la cual necesito para volver.
Yesid Lancheros: ¿Hace cuánto no habla con Clara Rojas?
Este es un tema que ustedes lo tienen que entender, para mí fue muy doloroso el tema de Clara. Cuando yo volví a la libertad, a los pocos meses Clara escribió un libro violento en mi contra, y cuando leí ese libro me pareció que lo que había escrito no era verdad. Tengo un problema en eso con Clara. Hemos hecho intentos de hablarnos, nos hemos encontrado en otras ocasiones, pero estaba esperando a que ella dijera lo que realmente ocurrió, porque yo a ella la he protegido mucho y esperaba otro trato, pero no se ha dado, y puede que ya no se dé y que no tenga importancia.
Yesid Lancheros: ¿Cómo ve al presidente Iván Duque? ¿Cómo lo ha visto a la distancia?¿Cómo analiza los cien primeros días del presidente de Colombia?
Íngrid Betancourt: Todavía estoy haciéndome una idea. Creo que en estos meses, para las personas que estamos fuera del escenario político, han habido mensajes contradictorios. Es bueno cuando uno siente que las cosas van jalándose hacia donde el país tiene que ir, y es malo cuando va para el otro lado. Lo que sí me parece es que él tiene una gran presencia, él estuvo hace poco en Italia y dio unas entrevistas que eran difíciles, entrevistas con personas no necesariamente afines a su familia ideológica y me pareció que lo hizo con altura, con elegancia por Colombia. Eso me dio tranquilidad.
Yesid Lancheros: En este momento hay una incertidumbre sobre lo que puede pasar con el proceso de paz con la guerrilla del Eln. ¿Qué llamado le hace usted tanto a la guerrilla del Eln como al Gobierno Duque?
Íngrid Betancourt: Yo los invito a que tengan una gran madurez frente al momento que se está viviendo en el país. En el mundo, en Colombia, ya no hay espacio para la delincuencia y para el terrorismo. Ellos tienen la posibilidad de tomar un camino muy generoso, que yo creo es el camino que han tenido en el proceso de paz con las Farc. De no ser así, tomarían la opción de ser perseguidos o abatidos, sin haber realmente logrado nada para que Colombia sea mejor.
Yesid Lancheros: ¿Aún sueña con ser presidenta de Colombia algún día?
Íngrid Betancourt: No, yo no sueño con ser presidenta de Colombia, pero sí sueño con el país que habría querido si hubiese sido presidenta. Estoy convencida que tenemos líderes jóvenes que comparten sueños y que son los abanderados de hoy. Sin embargo, lo que sí espero, y es mi ambición, es que Colombia pueda vivir con verdad. Yo creo que el mundo está plagado de mentiras y hemos visto en todo el planeta el daño que hace a la democracia manipular la verdad. Colombia es víctima de esa manipulación, por eso yo aspiro a que los colombianos podamos entrar en una fase en donde podamos debatir con verdad y subir un escalón denso en nuestra sociedad.
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